La aventura de ser maestro
La lectura de José M. Esteve me permitió viajar temporalmente y recordar aquellas primeras clases que impartí, cada clase se convertía un en peldaño cuesta arriba por construir una aventura que no vislumbra el fin, de la misma manera la experiencia docente se conforma en la problemática cotidiana y día con día los errores se van asimilando y superando.
El docente como ser humano al proyectarse en pensamiento y sentimiento adquiere una dicotomía, es decir; estamos en presencia en aquella actividad humana que trasmite además de conocimientos posesionados en el pensamiento, sentimientos que son parte su motivación, en este sentido adquiere el docente una responsabilidad social al estar en presencia de la formación de jóvenes que, no sólo requieren de herramientas técnicas para enfrentar la avatares de vida social, sino también de un formación integral en donde se conjugan pensamientos, sentimientos e incluso emociones para alcanzar una identidad profesional en complicidad con el estudiante.
La cotidianidad en el aula le otorga la posibilidad a la labor del docente de erigirse en una actividad apasionada que nos permite superar la rutina, a partir de los objetivos y la interacción alumno-docente, mediante una comunicación fundamenta en la expresión, sea oral, escrita, corporal, etc., es entonces al convertir la docencia en nuestra pasión cuando se alcanza los reales satisfactores que dan razón de ser a la vida profesional del docente.
 
La lectura de José M. Esteve me permitió viajar temporalmente y recordar aquellas primeras clases que impartí, cada clase se convertía un en peldaño cuesta arriba por construir una aventura que no vislumbra el fin, de la misma manera la experiencia docente se conforma en la problemática cotidiana y día con día los errores se van asimilando y superando.
El docente como ser humano al proyectarse en pensamiento y sentimiento adquiere una dicotomía, es decir; estamos en presencia en aquella actividad humana que trasmite además de conocimientos posesionados en el pensamiento, sentimientos que son parte su motivación, en este sentido adquiere el docente una responsabilidad social al estar en presencia de la formación de jóvenes que, no sólo requieren de herramientas técnicas para enfrentar la avatares de vida social, sino también de un formación integral en donde se conjugan pensamientos, sentimientos e incluso emociones para alcanzar una identidad profesional en complicidad con el estudiante.
La cotidianidad en el aula le otorga la posibilidad a la labor del docente de erigirse en una actividad apasionada que nos permite superar la rutina, a partir de los objetivos y la interacción alumno-docente, mediante una comunicación fundamenta en la expresión, sea oral, escrita, corporal, etc., es entonces al convertir la docencia en nuestra pasión cuando se alcanza los reales satisfactores que dan razón de ser a la vida profesional del docente.

 
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